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2020 fue un año que con el surgimiento de la pandemia de COVID-19, trajo consigo una gigantesca ola de cambios que no se habían anticipado, o en su defecto, se vislumbraban como cambios de largo plazo.
Así, de un momento a otro, pasamos de trabajar la mayor parte del tiempo en nuestras oficinas, al trabajo remoto desde casa. Pasamos de la normalidad de los viajes en avión, a no viajar en absoluto. Pasamos de tener reuniones e interacciones presenciales, a un entorno de colaboración virtual. Muchas personas se vieron perdidas en ese “vórtice digital”1 viéndose rebasadas por aquellas con habilidades digitales tales que les permitieron rápidamente adaptarse a este nuevo entorno.
De igual forma, muchas empresas se vieron arrastradas a este mismo vórtice digital, donde aquellas que no contaban con las capacidades requeridas para la comunicación remota desde la casa, para la colaboración virtual, y para la gestión remota de sus operaciones, entre otras, hicieron que se vieran rezagadas en su adaptación a estos rápidos cambios del entorno global.
Así al inicio de la pandemia, la mayoría de las estrategias empresariales fueron más del tipo reactivo, es decir, tratando de resolver el reto mayúsculo de habilitar la conectividad remota y segura para sus empleados, pero también dotarlos de las herramientas y capacitación para utilizarlas en un entorno híbrido.
En este contexto, herramientas integrales de colaboración virtual, como Webex, cobraron rápidamente una relevancia nunca antes vista, ya que permitieron no solamente habilitar la la interacción remota entre grupos de trabajo, pero también hacerlo mediante una herramienta que se puede contratar como servicio en la nube, por lo que, la preocupación de administrarla, actualizarla, y mantenerla, desaparece para las empresas.
En una segunda etapa alrededor del segundo trimestre del 2020, las estrategias nuevamente cambiaron, y ya una vez superada la etapa inicial de reacción, las empresas se enfocaron en habilitar servicios en la nube, que les permitieran mantener sus aplicaciones en un entorno accesible desde cualquier lugar, y tener la posibilidad de consumir dichas capacidades de la nube como un servicio, esto permitió implementar un modelo de operación flexible, ubicuo, y fácilmente integrable con el nuevo entorno virtual.
Hacia el tercer trimestre de 2020 nuevamente las estrategias cambiaron, con las empresas enfocándose en reducir los riesgos cibernéticos asociados al modelo de trabajo remoto, y a la creciente cantidad de dispositivos conectados a la empresa desde Internet, pero también, necesarios para la continuidad de la operación. Así, la adaptación de nuevas tecnologías de encripción y ciberseguridad se volvieron fundamentales para reducir al máximo los riesgos derivados de intrusiones no autorizadas a la infraestructura.
Finalmente, llegamos así al cuarto trimestre de 2020, con los anuncios esperanzadores de nuevas vacunas, y planes para su aplicación masiva en varios países, lo cual dotó de nuevos ánimos a la industria global. Nuevamente, las estrategias empresariales cambiaron, ahora visualizando el retorno rápido al crecimiento, ya no se trata solamente de sobrevivir, sino de aprovechar la coyuntura global para tomar ventaja de las capacidades tecnológicas habilitadas hasta el momento, a fin de obtener una ventaja competitiva significativa.
Así pues, bajo este nuevo paradigma, aquellas empresas que cuenten con la capacidad para operar de manera remota, colaborar en entornos virtuales e híbridos, que han digitalizado sus procesos, y analizan sus datos para apoyar la toma de decisiones, serán aquellas que volverán al crecimiento y prosperarán mas rápidamente.